La economía de Argentina es la segunda más grande de América del Sur según datos de 2023, solo superada por Brasil.[20] Junto con este, son los únicos países sudamericanos en integrar el G‑20, que reúne a la mayoría de las economías más grandes, ricas e industrializadas del planeta. Argentina cuenta con grandes recursos naturales y se beneficia de ello —especialmente de sus extensas llanuras de tierras fértiles—,[21] tiene un sector orientado a la explotación y exportación agrícola de avanzada tecnología, con exportaciones de los servicios basados en el conocimiento (SBC) y tecnología con una proyección de exportaciones por más de siete mil millones en 2022.[22][23] considerable desarrollo de su industria nuclear[24][25] y satelital,[26] una base industrial diversificada sustitutiva de importaciones,[27] un desarrollo científico-tecnológico considerable por no tratarse de un país desarrollado,[28] y una población alfabetizada virtualmente en su totalidad,[29][30][31][32] con una considerable tasa de afiliación sindical.[33][34] Según el índice de clasificación de mercados por país de la MSCI, la economía de Argentina pasó de ser considerada «mercado emergente» a ser parte de la categoría «standalone» en 2021.[35][36][37][38]
A principios del siglo XX, Argentina era uno de los países con mejores perspectivas,[39] pero al mismo tiempo con una economía rural con poca industrialización,[40] basada en grandes latifundios denominados «estancias»,[41] muy concentrada social y territorialmente,[42][43][44] Hacia la misma época la economía argentina representaba poco menos de la mitad de los de Australia y Estados Unidos.[45] Entre 1975 y 2002, varias depresiones económicas afectaron su desenvolvimiento.[46] En el año 2016, el Banco Mundial calificó a la Argentina como una economía de ingresos medios.[47] En ese mismo año, el país tenía una renta per cápita de más de dieciséis mil dólares estadounidenses (USD) en paridad de poder adquisitivo (PPA).
Según un informe anual de la ONU sobre el Desarrollo Humano para el año 2021, Argentina es la cuarta nación iberoamericana con más alto índice de desarrollo humano detrás de España, Chile y Portugal, y por delante de Uruguay.[48]
En exportaciones e importaciones, en 2020, Argentina fue el 46.º mayor exportador y el 52.º mayor importador más grande del mundo.[49][50][51] En términos industriales, el Banco Mundial enumera los principales países productores cada año, sobre la base del valor total de la producción. Según la lista de 2019, Argentina tiene la 31.ª industria más valiosa del mundo (75 400 MUSD).[52] Es uno de los mayores productores de soja del mundo, después de los Estados Unidos y Brasil, con 48 millones de toneladas en el año 2011.[53] El país es uno de los mayores exportadores de carne en el mundo y su producción se ha reconocido numerosas veces como la de mejor calidad. Es el primer productor mundial de yerba mate, y es uno de los 5 mayores productores del mundo de soja, maíz, limones, pera y semilla de girasol,[54] el más grande productor de trigo y lana[55] en Latinoamérica,[56] entre otros cultivos. Es el mayor productor de vino en América Latina, quinto en el mundo y el principal productor de biodiésel a nivel global.[57] A nivel continental, en 2014 se encontraba en cuarto lugar en producción de petróleo (después de Brasil, Venezuela y Colombia)[58] y posee la tercera reserva de gas más grande del planeta.[59] El Yacimiento Aguilar en Jujuy es la mayor concentración de minerales de plomo y zinc de Sudamérica y el Bajo de la Alumbrera en Catamarca es uno de los yacimientos para la extracción más grandes de oro y cobre en América Latina, siendo la Argentina el decimotercer mayor productor de oro del mundo.[60] Argentina es el más importante productor de software de Sudamérica y ocupa el segundo puesto en cuanto a fabricación de autopartes, después de Brasil.[61]
El país mantiene una deuda externa de aproximadamente 120 000 MUSD (2009), equivalente al 38.7 % del PIB. El monto de la misma se debe principalmente a las operaciones realizadas durante la última dictadura cívico-militar (1976‑1983),[62] período en el cual la deuda creció un 364 % y a una toma masiva de préstamos externos durante los dos gobiernos sucesivos de Carlos Menem, debido a la política de dólar barato llevada adelante por la ley de convertibilidad.[63] En este último el crecimiento de la deuda fue del 123 %. La relación entre el PIB y la deuda externa alcanzó su punto crítico en enero de 2002 cuando representó el 190 % del PIB. Desde entonces una combinación de reducción de la deuda, moderación en la toma de nuevos créditos y aumento considerable del PIB, redujeron la deuda externa a poco menos del 41.5 % del PIB.
La inflación es otro de los problemas que ha enfrentado la economía argentina. En el año 2023 cerró con la inflación más alta de América con 211.4 % de inflación,[64] en el año 2022 fue de 94.8 %,[65] el año 2020 se registró una inflación anual de un 36.1 %, mientras que la de 2019 fue de un 53.8 %.[66][67][68] Entre los años 1945 a 1975, la tasa anual promedio fue de dos dígitos, con un gran pico de tres dígitos en 1959 (129.5 %), y picos superiores al 30 % en 1948 (31 %), 1951 (36.7 %), 1952, 1966 (31.9 %), 1971 (34.7 %), 1972 (58.5 %) y 1973 (60.3 %).[69]
La población argentina, en cierta forma, se encuentra acostumbrada a los altibajos que de vez en cuando afectan a la economía nacional. Sus ciudadanos saben cómo actuar frente a nuevas situaciones desfavorables que luego vuelven a retornar a la normalidad.[70] Diversas irregularidades en las estadísticas han propiciado que el Fondo Monetario Internacional, en una medida sin precedentes, haya recomendado suspender al país del derecho al voto y otros derechos relacionados dentro del organismo.[71][72]
En 2002 durante el momento más crítico de la crisis, los valores de pobreza estaban cercanos al 54 % y los de desempleo del 21.5 %. Durante los años siguientes estos indicadores sociales lograron reducirse muy considerablemente. En el país, los índices de indigencia y la pobreza se miden a partir de la información del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que realiza el INDEC a partir de la estimación de la Canasta Básica de Alimentos y la Canasta Básica Total. En el primer semestre de 2012, el índice de pobreza se ubicó en el orden de 6.5 %, siendo la más baja de América Latina para ese año, por debajo de Uruguay (6.7 %). Según la Cepal (que realiza la medición a partir de la Encuesta Permanente de Hogares del propio INDEC) la pobreza en la Argentina en 2012 fue la más baja de América Latina para ese año, por debajo incluso de Uruguay (5.7 %).[73] En octubre de 2013, el INDEC decidió discontinuar la publicación de los indicadores de pobreza e indigencia debido a discrepancias en la metodología. En enero de 2016, tras el cambio de gobierno, el INDEC fue intervenido y modificó la metodología de medición, lo cual dio como resultado que en el segundo trimestre de 2016 se calculaba un índice de pobreza del 32.2 %.[74][75][76] Este índice colocó al país levemente por encima del promedio de población en condiciones de pobreza en Latinoamérica, 28 % según Cepal. La metodología fue criticada por diversos sectores, que señalaban que por razones políticas se mostraba una sobreestimación de los índices de pobreza e indigencia, atribuyendo la situación a la gestión previa.[77][78][79][80]
El Banco Mundial considera de «clase media» a aquellas personas que reciben un ingreso por día y per cápita de entre 10 y 50 USD; con este parámetro, el Banco Mundial estableció a fines de 2012 que Argentina había duplicado su clase media desde 2003,[81][82] representando un aumento de 9.3 millones de personas (25 % de la población) siendo el mayor crecimiento de la Región.[83]
La Argentina forma parte del bloque regional conocido como Mercosur, integrado por Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Venezuela, en tanto que Bolivia se encuentra en proceso de adhesión. Dicho bloque constituye el mayor productor de alimentos del mundo, tiene un PIB de 3.3 billones USD, lo que representa el 82.3 % del PIB total de toda Sudamérica y cuenta con más de 270 millones de habitantes (cerca del 70 % de América del Sur), lo que lo convierte en el bloque más grande, más poblado, económicamente más poderoso y mejor integrado de Latinoamérica.[84][85] Como consecuencia del tamaño del bloque económico Mercosur, las relaciones comerciales entre la Argentina y Brasil aumentaron hasta volverse de primera importancia para ambos países. Argentina y Brasil son los dos socios más grandes, influyentes y económicamente más poderosos del bloque,[86] y desde la formación del Mercosur se han dado numerosos choques entre ambas potencias sudamericanas:[87][88] la balanza comercial entre ambos países comenzó a tornarse deficitaria para la Argentina desde junio de 2003, lo que constituyó motivo de preocupación para empresarios y funcionarios de ese país.[89] Dicho déficit fue revertido brevemente en mayo de 2009 y nuevamente revertido en 2012 lográndose superávit con Brasil.[90] En 2006, los gobiernos de la Argentina y Brasil firmaron una serie de acuerdos bilaterales, entre los que se encuentra la cláusula de adaptación competitiva y los acuerdos referidos a los intercambios comerciales del sector de los automotores para reducir las asimetrías presentes en el bloque.[91] Dichas asimetrías han sido motivo de queja de los países más pequeños como Uruguay y Paraguay, quienes se ven en desventaja frente a los socios económicamente más grandes de Sudamérica, Argentina y Brasil, y han criticado el tutelaje que ejercen estos últimos sobre el bloque.[92]
Historia económica
Época colonial (1580‑1810)
En la segunda mitad del siglo XVI, el Alto Perú, Tucumán, y Paraguay, donde se había concentrado la colonización ya que los indígenas eran numerosos y sedentarios, exigían la creación de un puerto en el Atlántico Sur para establecer lazos comerciales más cercanos con España, disminuir el aislamiento y frenar la amenaza de incursiones extranjeras en el Río de la Plata. La Corona española autoriza la segunda fundación de Buenos Aires. En 1573, el gobernador Juan de Garay fundó una ciudad intermedia: Santa Fe y en 1580 fundó la ciudad de Trinidad y Puerto de Santa María del Buen Ayre ―conocida actualmente como Ciudad de Buenos Aires― como parte del Virreinato del Perú.
Durante el último tercio del siglo XVI, gracias a la introducción de la técnica de la amalgama con mercurio, la producción de plata se había duplicado, como así también la mortalidad de los indígenas.[93] La ciudad de Potosí llegó a tener una población de 160 000 habitantes y se convirtió en el principal mercado de consumo de Hispanoamérica.[93] En este contexto, Buenos Aires se convirtió en la entrada y salida natural de los productos altoperuanos y del Paraguay. Por un lado entraban insumos y miles de esclavos negros para reemplazar a la menguante población indígena y por otro lado salía la plata extraída del cerro Potosí.
Debido a la salida no autorizada de metales preciosos por el Puerto de Buenos Aires, en 1594 el rey prohibió el comercio con este puerto y estableció que toda la producción de plata producida en el Alto Perú debía salir a España a través del puerto de Lima, con algunas excepciones para evitar el desabastecimiento de la población: la autorización de fletar dos embarcaciones anuales con productos de la zona (cueros, principalmente). Esta situación llevó como única solución al contrabando, que pasó a ser la actividad económica más rentable de la Buenos Aires colonial.
Durante la era colonial, la economía de Tucumán y Cuyo estaba dedicada a la producción de insumos y bienes de consumo para los mercados del Alto y Bajo Perú, Buenos Aires y Paraguay. Se producían, vinos y aguardiente de Cuyo, mulas de Córdoba, tejidos en Salta y Tucumán, carretas de Córdoba y Tucumán, etc. Desde el punto de vista económico Córdoba estaba ligada comercialmente al Alto Perú; mientras que la región de Cuyo estaba vinculada a Santiago de Chile.
En la región pampeana, la principal actividad económica era la ganadería. El origen de la explotación ganadera en las pampas, se remonta a 1536 ―cuando Pedro de Mendoza introdujo los primeros equinos― y a 1580 ―cuando Juan de Garay introdujo entre 300 y 500 vacunos―.[94]
Desde su creación como Virreinato del Río de la Plata hasta la actualidad, Argentina, es uno de los países con mayor superficie apta para el desarrollo de la agricultura en el mundo, hecho que le ha dado ventajas comparativas. Durante siglo XIX la economía rural estuvo casi completamente dedicada a la ganadería y la agricultura.[95]
Para el año 1608, existía en Buenos Aires un numeroso plantel de ganado cimarrón que se fue multiplicando en libertad en los campos cercanos. En 1609, el Cabildo de Buenos Aires acordó la matriculación de las personas interesadas en participar en la caza y matanza del ganado vacuno cimarrón, denominadas «vaquerías». Tenían por objeto la explotación del ganado vacuno para obtener su cuero, desechándose la carne. Esta etapa duró aproximadamente hasta mediados del siglo XVIII.[94]
La «Ley de Tierras» de 1754, tuvo un papel fundamental en el nacimiento de la estancia, en la medida que la acción de vaquear, sirvió como antecedente para aspirar a la propiedad, contribuyendo a la distribución latifundista de la tierra.[94] Cuando el ganado cimarrón comenzó a disminuir su número, fue necesario internarse cada vez más en territorio bonaerense. Comienza así el momento de las estancias, del ganado marcado y de una mayor utilización del animal: nacieron las fábricas de cebo y los saladeros.
La fundación de la Colonia del Sacramento por los portugueses enfrente de Buenos Aires en 1680, vino a reafirmar el crecimiento del contrabando. La pelea entre España y Portugal por el Río de la Plata continuó en 1724, cuando el gobernador español Bruno Mauricio de Zavala funda la ciudad de Montevideo para evitar la toma de esa bahía por un contingente proveniente de Brasil.
En el año 1776 España crea el Virreinato del Río de la Plata, para echar a los portugueses del Río de la Plata, abarcaba lo que hoy es Argentina, Uruguay, Paraguay, Bolivia y partes del sur de Brasil, del norte de Chile, del sureste de Perú, y las islas Malvinas.
Con la sanción del Reglamento de Comercio Libre (de 1778, bajo la dinastía de los Borbones) se buscó proteger los intereses comerciales de los productores peninsulares en los mercados cautivos coloniales. El comercio libre tuvo consecuencias desastrosas para el interior del virreinato, [cita requerida] solo algunos sectores, como el aguardiente, las carretas, artículos de montura y transporte, y los tejidos de lana, pudieron sobrevivir.
En Buenos Aires, la sanción del Auto de libre internación (de 1778) y del Reglamento de Comercio Libre (de 1788) provocaron un verdadero «boom» exportador, pasándose de 150 000 cueros al año (en 1778) a 800 000 (en 1801).[94] Desde el punto de vista político, la instalación de la aduana en 1779, del Consulado de Comercio en 1794 y el establecimiento del Sistema de Intendencias en 1782, consolidaron el papel hegemónico de Buenos Aires y el debilitamiento del poder de Lima.
Establecimiento del Estado nacional (1810‑1852)
La Revolución de Mayo de 1810 desató una ola de cambios, al separarse el Alto Perú del Virreinato, se privó al Río de la Plata de su principal mercado consumidor[cita requerida] y de la región productora de metales preciosos. Las economías del interior quedaron aisladas y dejaron de cumplir el rol vinculante entre Buenos Aires y el Alto Perú, iniciándose un proceso de migración interna y despoblamiento del noroeste. La revolución abolió la servidumbre indígena y estableció la libertad de los hijos de esclavos (libertad de vientres).
Una vez declarada la Independencia en 1816, el país comenzó a depender de su principal comprador y vendedor: el Reino Unido. En 1827 fue el primer episodio de crisis de deuda de la historia. Argentina entró en cesación de pagos en 1827 y su recuperación demandó tres décadas. La siguiente crisis fue el episodio conocido como Pánico de 1890.[96]
En 1828, la oligarquía terrateniente bonaerense que dominaba la Legislatura consiguió modificar la Ley de Enfiteusis. Juan José Viamonte combatió la cláusula de la ley que prohibía a los enfiteutas adquirir nuevas tierras. El Estado de Buenos Aires por su parte «empeñaba todos sus efectos, bienes, rentas y tierras, hipotecándolas al pago exacto y fiel de la dicha suma de 1 000 000 de libras esterlinas y su interés».[97] En consecuencia, en 1828 se liquidó la escuadra naval y se dieron en pago dos fragatas que se estaban construyendo en Inglaterra. De este modo, cuando se produjo la ocupación de las Malvinas por los ingleses, cinco años más tarde, no hubo fuerza naval para contrarrestarla. Ferdinand White, espía británico enviado por Baring Brothers al Río de la Plata, condenó los aspectos delictivos de este acuerdo. De la suma recibida, solo llegaron al Río de la Plata en oro, como estaba convenido, el 4 % de lo pactado: 20 678 libras.[98][99]
La clase terrateniente bonaerense presionó para expandir la frontera, para ello en 1820 se realizó una expedición que llevó las fronteras a las Sierras Pampeanas y en 1833 la Campaña al Desierto liderada por Juan Manuel de Rosas expandió la superficie hasta el río Salado. Así, el latifundio se consolidó como la unidad económica principal de la provincia de Buenos Aires, gracias a la producción ganadera que garantizaba una excelente rentabilidad sin realizar demasiadas inversiones, ni contar con abundante mano de obra.[94]
Desde 1832 hasta 1850 la aduana de la provincia de Buenos Aires experimenta un crecimiento importante, pasando de 1.2 millones de pesos plata a 4 millones. Poniendo de manifiesto un crecimiento de la economía argentina durante el periodo del gobierno de Rosas, donde también crecen las exportaciones de cuero, lana y tasajo.[100]
Durante las décadas de 1830 y 1840 se acentuó la expansión económica de la Confederación Argentina, alentada por el comercio exterior. Las exportaciones de origen pecuario (cueros, carne salada, sebo y lana) y el número de embarcaciones extranjeras que llegaban anualmente al Río de la Plata con sus productos lograron duplicarse entre 1837 y 1852. La expansión del comercio estimuló la producción ganadera y saladeril y el enriquecimiento de los sectores vinculados a ella.[101]
A partir de 1850 comenzó el auge del lanar: ese año la exportación total de lanas alcanzó la cifra de 7681 toneladas; en 1855 llegó a 12 454 toneladas, y un año más tarde, a 14 972 toneladas. Al promediar la década de 1860, las estancias dedicadas al ganado lanar en la provincia de Buenos Aires comprendían una superficie de 16 millones de hectáreas; estando una cuarta parte de ellas en manos de inmigrantes irlandeses y escoceses, y una gran proporción bajo control de inmigrantes vascos. El total de ovinos en la provincia llegó a la cifra de 40 millones.[102]
Gracias a ello, Buenos Aires vivía una notable expansión económica sustentada por el ciclo lanar y las rentas de la aduana. En tanto la red ferroviaria, la primera de Latinoamérica, pasó de 573 km en 1868, a 1331 km en 1874.[103]
Durante la presidencia de Domingo Faustino Sarmiento se construyeron grandes puertos, como los de Zárate y San Pedro. Se proyectó un puerto moderno en la Ciudad de Buenos Aires,[104] y se tendieron unos 5000 km de líneas telegráficas.[105] En 1891 se creó el Banco de la Nación Argentina.
En 1876 se realizó el primer embarque de carne congelada hacia Europa, y al año siguiente las primeras exportaciones de cereales.[106] La extensión de la red ferroviaria tuvo un gran impulso durante el Gobierno de Nicolás Avellaneda, llegándose a los 2516 km al final de su mandato: un aumento del 89 % en seis años.[107] Mediante la Conquista del Desierto, la agricultura pampeana pasó de cultivar unos dos millones de hectáreas a más de 25 millones, ocurriendo una evolución similar con la producción de carne.[108] Con Bartolomé Mitre, en 1862, la deuda dio otro salto. Primero transfirió los compromisos de la provincia de Buenos Aires a la Nación, y después acordó otro empréstito con la banca inglesa por 2.5 millones de libras esterlinas adicionales, para lanzarse a la guerra con Paraguay. Pero, nuevamente, de los 2.5 millones de libras esterlinas asumidos como deuda, el país recibió solo 1.9 millones debido a los descuentos por el «riesgo país y las comisiones». Sarmiento, que sucedió a Mitre, también se endeudó para continuar la guerra y con el fin de «armar fuerzas militares para reprimir el levantamiento de Entre Ríos». Al final del gobierno de Sarmiento, la deuda ya alcanzaba los 14.5 millones de libras esterlinas.[109]
En 1835 Rosas asumió su segundo gobierno. En diciembre de ese año se sancionó la Ley de Aduana que determinaba la prohibición de importar algunos productos y la imposición de aranceles para otros. En cambio mantenía bajos los impuestos de importación a las máquinas y los minerales que no se producían en el país. Estas medidas de carácter proteccionista impulsaron notablemente el mercado interno y la producción del interior del país. se promovieron tejidos, curtiembres, fundiciones, tintorerías, y productos agropecuarios; todos de distintas regiones del país y un fuerte apoyo a la industria vitivinícola.[110] Durante época de Rosas se desarrollaron con variado éxito una serie de emprendimientos de exploración y explotación de yacimientos mineros, entre ellas las Escombreras pertenecientes al establecimiento de Vladislao Augier y asociados. También en Chañar Punco, la Mina Capillitas también se establecieron establecimientos de fundición y elementos utilizados para la molienda del mineral. En la cima del cerro Bayo hasta Punta Balasto, tal como Fuerte Quemado, por ejemplo, donde se explotaron aluviones auríferos en 1853. En los alrededores de Río Blanco y Negra Muerta, localidades situadas en las nacientes del valle Calchaquí y en varias otras regiones cercanas de la provincia de Salta, en la zona de la Sierra de Rinconada, Santa Catalina, Coyahuaima, El Toro y Carahuasi, en la provincia de Jujuy fueron importante los minerales de oro y plata. La expansión del comercio estimuló la producción ganadera y saladeril y el enriquecimiento de los sectores vinculados a ella. Los gobiernos federales provinciales entregarían la tierra gratuitamente, y habrían de construir la infraestructura de colonias agrícolas. En la Puna se desarrolló una agricultura diversificada adaptada a las condiciones climáticas altitudinales y a la mayor disponibilidad de agua, desde la árida Puna, pasando por los valles y quebradas cultivando especies domésticas como el maíz, quinoa, papa, porotos, y diversas legumbres que eran exportadas a Perú y Bolivia. La Confederación se vio beneficiada por la acelerada introducción de adelantos técnicos, se habían introducido en el país los primeros Hereford y Shorthon, los primeros merinos y los primeros caballos frisones para tiro pesado.[111]
Modelo agroexportador (1880-1930)
Los estancieros se habían fortalecido con la victoria en la larga guerra contra el gaucho y se preparaban para financiar la «guerra contra el indio» (1878-1885), por medio de la cual el Ejército Argentino aniquilaría a los pueblos indígenas que habitaban la pampa y la Patagonia, confiscando 10 millones de hectáreas (un territorio casi igual a Bélgica, Holanda y Dinamarca juntas) que fueron entregadas a 344 estancieros, a un promedio de 31 000 hectáreas por estanciero que se traduciría en el control completo del poder político por parte de los estancieros y el capital inglés, sobre todo a partir de 1880, con la instauración de un régimen oligárquico conocido como roquismo, de partido virtualmente único y sostenido en el fraude que permitía el voto cantado, que se mantendría en el poder hasta 1916.[112]
La oferta agropecuaria, constituyó la base del desarrollo económico de la Argentina en el período 1880-1930. La producción de carne y cereales, para el mercado mundial conocido como modelo agroexportador sobre el que se fueron forjando, desde los transportes hasta la organización política de la Nación.
Los políticos más influyentes de aquel momento, como Sarmiento, Juan B. Justo o Juan Alsina, sostuvieron la necesidad de estructurar el nuevo sistema económico sobre la base de la chacra (pequeña y trabajada por su dueño) y no de la estancia (basada en el latifundio). El modelo de desarrollo basado en la chacra tuvo relevancia sobre todo en la provincia de Santa Fe, de la mano de Aarón Castellanos, pero para fines de siglo, las presiones políticas y económicas de los estancieros y los ferrocarriles británicos, impusieron el modelo de la estancia como dominante del sistema económico argentino, cerrando el acceso a la propiedad de la tierra a los inmigrantes, que se volcaron hacia las ciudades.
Desde 1890 hasta 1930, mediante la llamada Conquista del Desierto, la agricultura pampeana pasó de cultivar unos 2 millones de hectáreas a más de 25 millones, una evolución similar ocurrió con la producción de carne, favorecida por el surgimiento del frigorífico. Las exportaciones argentinas pasaron de 70 millones de pesos de oro en el quinquenio 1880-1884, a 380 millones en la década de 1910. Para la década de 1920, las mismas oscilaron en torno de los 800 a 1000 millones de la misma moneda.[108]
En el primer cuarto del siglo XIX el principal producto exportado era el tasajo, mientras que a mediados de siglo era la lana de oveja. Sin embargo, ya a finales del siglo las exportaciones de cereales (maíz y trigo), que anteriormente eran inferiores a las importaciones, aumentaron fuertemente y se convirtieron en el principal producto del sector primario-exportador argentino. En 1876 se realizó el primer embarque de carne congelada hacia Europa, y al año siguiente las primeras exportaciones de cereales.[106]
Hacia mediados del siglo XIX la economía Argentina comenzó a experimentar un crecimiento rápido por la exportación de sus materias primas provenientes de la ganadería. A finales del siglo XIX y comienzos del siglo XX se desarrollaron barcos frigoríficos que hicieron posible el transporte de carne refrigerada.Durante este período la economía argentina enfrentó diferentes crisis asociadas al sector externo, siendo la crisis de la deuda en 1890 la que tuvo mayor impacto. El elevado nivel de importaciones, junto con el endeudamiento externo, condujeron a un estrangulamiento contante en el balance de pagos. En 1889, con la caída de los precios de exportación, los pagos de intereses y amortizaciones llegaron a representar 66.1 % de las exportaciones totales, lo que dio inicio a una profunda crisis económica que perduró hasta 1891 e implicó una contracción del producto bruto interno de 11.8 por ciento. La inmigración hacia Argentina, a su vez, resultó desincentivada por la recesión y caída de ingresos reales en este país.[113] Según Sansoni (1990) las pésimas condiciones de trabajo en las tareas agrarias, así como la característica estacionalidad de estas tareas, que dejaban a los trabajadores sin ocupación durante algunos meses. En el caso de los trabajadores golondrina, regresaban a sus países de origen en la época de baja actividad.
Entre 1870 y 1914, la economía argentina sostuvo una tasa media de crecimiento superior al 5 % por año.[39] Hacia 1913, los ingresos per cápita habían alcanzado aquellos niveles sostenidos por Francia y Alemania, muy superiores a países hoy más desarrollados que la Argentina, como Italia y España,[39] El comercio exterior es el exponente más representativo de la evolución del modelo agroexportador implementado a partir de la década de 1880. Desde 1882 a 1889 hay un marcado déficit en las cuentas comerciales del país, pero desde 1889 hasta 1905 la situación se revierte y hay superávit comercial. La composición agrícola los productos exportados pasa de ser un 6.7 % en 1880-1884 a aproximadamente 60 % en 1905-1909. Las carnes en el mismo periodo componen un 38.02 %[114]
Se produjo la expansión desmedida de la oferta monetaria y la inflación. Comenzaron las dudas acerca de la posibilidad del país para cumplir sus compromisos. Ante la depreciación del peso papel el gobierno empezó a vender el oro depositado en el Banco Nacional, en agosto de 1888. A fines de 1889, Juárez Celman intentó, mediante un cambio de ministros, calmar la situación. A principios de 1890 la provincia de Buenos Aires anunció la venta de sus ferrocarriles por cuarenta millones de pesos oro, siendo la privatización más grande de la historia hasta entonces.[115] El Gobierno se embarcó en una renegociación de la deuda con la casa Baring e inició una operación de salvataje del sistema bancario. El crecimiento de la deuda, tanto pública como privada, se tradujo en una excesiva expansión monetaria que llevó a una fuerte depreciación del papel moneda, amenazando la rentabilidad de los inversores, y paralizando la entrada de nuevos capitales. Los inversores británicos, perturbados por los informes provenientes de Buenos Aires retiraron los capitales masivamente lo que condujo a una crisis económica conocida como Pánico de 1890.
Mercado de trabajo
A partir de la década de 1850 comienza a desarrollarse un mercado de trabajo (contratación de trabajadores asalariados), principalmente en la provincia de Buenos Aires.[116] La escasez de mano de obra permitió altos salarios. Esto facilitó la inmigración masiva que fue sostenida cada año hasta la Primera Guerra Mundial. La mitad de los inmigrantes europeos eligió permanecer en la ciudad de Buenos Aires, su adición al mercado de trabajo ayudó a aliviar la escasez de trabajo en el campo. Las migraciones subsecuentes de nativos y extranjeros ayudaron a asegurar un mercado de trabajo para la economía de la región litoral.
El proceso coincidió y fue potenciado por la gran inmigración europea que comenzó en ese momento y que se extendería hasta 1930. La población en 1869 alcanzaba a poco más de 1.8 millones de personas.[117] Para el año 1930, la población llegaba a los once millones.[108] La aparición y desarrollo de un mercado de trabajo permitió la subsecuente aparición y desarrollo de una considerable organización sindical del trabajo, que impulsó el alza de salarios y la mejora en las condiciones de vida de los trabajadores.
Inversión extranjera
Como la inmigración europea, la inversión extranjera jugó un papel central en el desarrollo económico de la Argentina. Antes de la Primera Guerra Mundial, la inversión de capital era principalmente inversión de capitales extranjeros. Argentina era un caso atípico para la inversión extranjera, diferenciándose del resto de los países latinoamericanos, ya que en el período 1873-1923 el país concentró el 71 % de las inversiones extranjeras de la región.
Reino Unido, Francia y Alemania invirtieron considerables sumas de dinero en el desarrollo del país. Los fondos extranjeros fueron colocados en los sectores orientados hacia las exportaciones; los ferrocarriles en particular fueron construidos con el capital extranjero, solo entre 1887 y 1914, la extensión de la red ferroviaria había aumentado 5 veces aproximadamente: de 6700 km a 35 500 km.[118][119] Las sociedades anónimas de responsabilidad limitada recogieron la mayor parte de su capital por la inversión directa extranjera. El país experimentó un crecimiento anual promedio de 3.4 % durante el período 1875-1913.[120]
Situación tras la Primera Guerra Mundial
Una vez finalizada la Primera Guerra Mundial, los capitales estadounidenses y Wall Street comenzaron a figurar preeminentemente sobre la esfera internacional. El crecimiento económico argentino antes de 1914 fue alcanzado por las exportaciones a Europa. Primero la carne de vacuno y luego los cereales fueron enviados a Europa, con una población en auge. Los países europeos se encontraron cada vez más en la necesidad de importar productos alimenticios de Argentina.
En 1915 la decisión del Banco de Inglaterra de incrementar la tasa de interés provocó la reversión del flujo de capitales extranjeros hacia la Argentina y le impidió financiar el déficit en su balanza de pagos. El desequilibrio de la balanza de pagos se profundizó como resultado de la magra cosecha de 1913-1914. A partir de entonces, la economía argentina se deslizó hacia una profunda recesión. Los mecanismos de transmisión de la crisis fueron dos: la salida de oro hacia el extranjero y la caída de las exportaciones primarias. En el marco del patrón oro, dicha fuga provocó una severa reducción del circulante, un incremento de la tasa de interés y una sucesión de quiebras de empresas y negocios.[121]
Entre 1919 y 1929, el PIB de la Argentina creció al 3.61 % anual. La tasa de desocupación muestra un notable incremento, ya que alcanza en 1914 el 13.7 %, frente al 5.1 % de 1912. En 1915 llega al 14.5 %, en 1916 al 17.7 % y en 1917 toca el 19.4 %, con un total de 445 870 desocupados frente a 1 887 981 personas ocupadas.[122] la economía argentina, alcanza el sexto puesto del PIB mundial en 1928.[123] Durante la presidencia de Hipólito Yrigoyen se crea YPF, dirigida por Enrique Mosconi. En ocho años se logró casi triplicar la producción de petróleo, de 348 888 m³ (en 1922), a 872 171 m³ (en 1929).[124]
La crisis mundial que desencadenó el derrumbe de la Bolsa en 1929 marcó el fin del modelo orientado a la exportación de los productos ganaderos y cerealeros de la región pampeana.
Modelo industrial (1930-1975)
Después de la Crisis de 1929, un nuevo modelo de crecimiento económico surgió, aunque diferente al de otros países de la región. Por un lado sectores exportadores de productos ganaderos y cerealeros representados por grandes latifundistas, empresas frigoríficas y ferroviarias británicas, intentaron retornar al modelo agroexportador. El Pacto Roca-Runciman de 1933 entre Argentina y Reino Unido daba cuenta de dicho objetivo. Durante el período (1930-1975) el sector agroexportador permaneció sin cambios de fondo (no se realizó ninguna reforma agraria para redistribuir la propiedad concentrada de la tierra) y se superpuso a un nuevo modelo de industrialización orientado al mercado doméstico. El sector agroexportador estaba orientado al comercio internacional, sobre las pautas de la economía liberal clásica, con una presencia preponderante del latifundio y un bajo empleo de tecnología y mano de obra, sujeta a relaciones laborales paternalistas. Por otro lado, comenzó a surgir un modelo de industrialización por sustitución de importaciones, basado en gran medida en el sector estatal.
Industrialización por sustitución de importaciones (1930-1945)
Durante el período de 1930-1943 comenzó a acelerarse el proceso de industrialización por sustitución de importaciones, con eje en empresas estatales con fuerte influencia militar, como por ejemplo, YPF, Fabricaciones Militares, filiales de grandes empresas estadounidenses y sobre todo una gran cantidad de fábricas pequeñas y medianas de capital nacional, especialmente en el sector textil.
Para 1935 en Argentina existían 40 606 establecimientos industriales, los cuales albergan a 590 000 trabajadores. Ese año, por primera vez en la historia del país, la producción industrial fue mayor a la agrícola-ganadera.[125]
El sector industrial se desarrolló orientado al mercado interno, con una presencia preponderante del Estado, sobre las pautas de economía keynesiana que irrumpía en Estados Unidos con el New Deal, y una gran demanda de mano de obra asalariada sujeta a relaciones laborales colectivas entre el trabajo y el capital.[126]
La economía nacionalista de posguerra (1945-1955)
Una vez concluida la Segunda Guerra Mundial, y ya con Juan Domingo Perón en el poder, la economía pegó un giro drástico. La inflación aumentó hasta casi 19 % anual, la tasa de inflación más alta registrada en la historia del país. Se aplicó un modelo económico de sustitución de importaciones con el objetivo de incentivar el crecimiento y desarrollo de la industria nacional.
En 1952 el Gobierno peronista decidió saldar completamente la deuda externa. De esta manera, el país deudor de m$n 12 500 millones se convertía en acreedor por más de m$n 5000 millones. Con las divisas acumuladas durante la guerra se decide llevar a cabo la nacionalización de varios sectores considerados clave para el desarrollo del país: el Banco Central, los ferrocarriles, los puertos, etc. En un esfuerzo por limitar la dependencia del país del mercado internacional, medidas inducidas por el Gobierno como la nacionalización de la industria doméstica fue apuntada para alentar un desarrollo interno autónomo, a la vez que se ampliaba el mercado interno a través de políticas clásicas del estado de bienestar.[127]
Entre 1946 y 1948 se dio un fuerte impulso a la construcción de nuevos ramales y a la ampliación de la red ferroviaria, que llegó a contar en 1954 con más de 120 000 km.[128] la fundación de grandes empresas estatales como los Altos Hornos Zapla). Durante esta etapa se avanzó en el sector metalúrgico, como RyCSA (Rosatti y Cristofaro, que producía cosechadoras, acero, automóviles, entre otros), Siam Di Tella, que producía heladeras, sino además ventiladores, planchas, lavarropas y hasta máquinas de amasar y surtidores para YPF. El sector agropecuario se modernizó: a partir del desarrollo de la industria siderúrgica y petroquímica, se impulsó la tecnificación y la provisión de fertilizantes, plaguicidas y maquinarias, de forma que se hizo incrementar la producción y productividad agropecuaria.[129]
Durante el período peronista se dio un boom en el consumo: las ventas de cocinas aumentaron 106 %, la venta de heladeras 218 %, el calzado 133 %, los discos fonográficos 200 % y la venta de radios 600 %, alentados por los programas redistributivos del Gobierno y el crédito barato. Los préstamos al sector privado se triplicaron y las tasas de interés no superaban el 5 % anual, los préstamos a la agricultura se duplicaron y los préstamos a la industria se sextuplicaron.[130]
El aumento de inversiones públicas y extranjeras revitalizaron la economía, que creció en más de un cuarto en el período 1946-1948. Estos programas, entre otras cosas, ayudaron a erradicar las enfermedades tropicales en el norte y el problema recurrente con las langostas. Entre 1945 y 1948 la economía creció a un récord del 8.5 % anual, mientras que el salario real se acrecentó un 46 %.[131]
Durante este período la Argentina creció a tasas mayores del 5 % anual. A través del Primer Plan Quinquenal se llevaron a cabo un conjunto de importantes obras públicas, destinadas a modernizar la infraestructura del país, necesaria para el proceso de industrialización acelerado. Se construyeron centrales hidroeléctricas como el Dique Escaba (en la provincia de Tucumán), el Nihuil (en la provincia de Mendoza), Los Quiroga (en la provincia de Santiago del Estero) y seis diques con usinas en Córdoba, seis en Catamarca, cuatro en Río Negro y tres en Mendoza, la potencia instalada en centrales pasó de producir 45 000 kW en 1943, a producir 350 000 kW en 1952. También se construyó entre 1947 y 1949 una importante red de gasoductos que unió la ciudad patagónica de Comodoro Rivadavia con Buenos Aires. Con este gasoducto la distribución de gas aumentó de 0.3 millones de metros cúbicos diarios a quince millones de metros cúbicos diarios, abaratando los costos en un tercio.[132]
La industria argentina se vio beneficiada por la imposibilidad de los países europeos de poder proveer sus productos al mercado mundial. Se exportaron manufacturas industriales en volúmenes considerables, principalmente a Latinoamérica y el Caribe. Algunas de las políticas que se tomaron en ese momento fueron los redescuentos, el Comité de Exportaciones y estímulo Industrial y Comercial, las Leyes de Promoción Industrial, la creación de la flota mercante del Estado, los créditos del Banco Industrial (1944) y la nacionalización del Banco Central (1946). Siguiendo teorías keynesianas, Perón quería instalar el estado de bienestar, aumentando la seguridad social y mejorando la distribución del ingreso, aumentando el gasto y realizando inversiones simultáneas en diferentes sectores, como defensa, salud, educación y vivienda. La producción creció, el aumento en las exportaciones se volcó sobre la expansión del consumo.[133]
La metalúrgica y la de maquinarias eléctricas y no eléctricas, orientadas a ser industrias de base para el país. Las inversiones se orientaron hacia el aprovechamiento de las posibilidades que ofrecía un amplio mercado interno. Argentina llegó a tener durante este período la industria más fuerte, moderna y competitiva de América Latina.[134] Además de fundarse algunas poderosas empresas argentinas, como la Siam Di Tella Automotores.[135] Las ramas industriales privilegiadas en esta segunda etapa del proceso de sustitución de importaciones fueron la automotriz, la petrolera y petroquímica, la química.Uno de los objetivos de las políticas de industrialización por sustitución de importaciones era reducir la dependencia de los mercados externos, típica del antiguo modelo agroexportador. Con el fin de promover la industrialización acelerada del país, se alentó el ingreso del capital industrial extranjero.
Período industrial desarrollista (1955-1976)
En 1955, cuando la dictadura de Aramburu ―autodenominada «Revolución Libertadora»― derrocó a Perón, Argentina era un país acreedor y el Banco Central tenía 371 MUSD en reservas. En 1956, Aramburu tomó deuda externa por 700 MUSD, que no pudo pagar, dejando al país al borde del default.[136][137] Al finalizar la dictadura, Argentina se encontraba en default, y la deuda externa era de 1800 MUSD. El déficit fiscal que en 1957 era de 27 000 millones de pesos, en 1958 se elevó a 38 000 millones.[138]
Durante los años sesenta y setenta se llevó a cabo una política industrial desarrollista durante las presidencias de Frondizi e Illía. Durante estos años se profundizó en la política petrolera impulsada por Perón desde 1952.
En 1958 se firmaron contratos con empresas petroleras estadounidenses, que operarían por cuenta de YPF, con el propósito de lograr el autoabastecimiento de hidrocarburos. Por primera vez en la historia, el país logró el autoabastecimiento de petróleo, y pasó de ser importador a ser exportador de petróleo.[cita requerida]Hubo una inversión de 140 MUSD en industria petroquímica entre 1959 y 1961.[139] El gobierno de Frondizi coincidió con un período de intensas movilizaciones sociales y huelgas, que fueron reprimadas por las Fuerzas Armadas mediante un plan que llevó el nombre de CONINTES. También fueron intervenidos sindicatos y clausurados locales partidarios.[140]
El gobierno de Frondizi sufrió grandes presiones del poder militar, que le llegó a imponer los ministros de Economía liberales Álvaro Alsogaray y Roberto Alemann. Alsogaray, junto al general Thomas Larkin quien había sido contratado por el Banco Mundial, llevó adelante el denominado Plan Larkin, que consistía en abandonar el 32 % de las vías férreas existentes, despedir a 70 000 empleados ferroviarios, y reducir a chatarra todas las locomotoras a vapor, al igual que 70 000 vagones y 3000 coches. Manifestaciones y enfrentamientos se dieron por todo el país. Frondizi obligó a los trabajadores a presentarse compulsivamente al trabajo o quedar detenidos. El presidente Frondizi recurrió a la gendarmería y al ejército, dándole a los militares funciones de «policía interna», y sometiendo a los trabajadores ferroviarios al Código de Justicia Militar.[141] El golpe de Estado de 1962 concluyó con el gobierno de Frondizi, quien fue reemplazado por el presidente provisional del Senado, José María Guido.
El gobierno de Arturo Illia elaboró un Plan Nacional de Desarrollo para el quinquenio 1965-1969, la desocupación pasó de 8.8 % en 1963 al 5.2 % en 1966, se sancionaron las leyes de Salario Mínimo, Vital y Móvil, lo que redundó en una mejora en el ingreso de los trabajadores; y la Ley de Medicamentos, que abarató sus costos e impulsó la industria farmacéutica nacional, logrando el autoabastecimiento e incluso la exportación de medicamentos.[142]
Sin embargo, los planes de Illia fueron abortados tras un nuevo golpe de Estado, concretado el 28 de julio de 1966, que dio pie a una dictadura militar autodenominada «Revolución Argentina». El economista liberal Adalbert Krieger Vasena, revocó las medidas de nacionalización y control de capitales, y congeló los salarios y devaluó un 40 % la moneda nacional. Existieron sectores que se vieron perjudicados, como los sectores rurales y los empresarios nacionales, por la falta de protección y la desnacionalización. La tasa inflación continuó su marcha ascendente (según el índice de precios mayoristas de diciembre de cada año, las cifras indican que los precios aumentaron 3.9 % en 1968, 7.3 % en 1969, 26.8 % en 1970, 48.2 % en 1971 y 76 % en 1972).[143] Las provincias de Tucumán, Chaco y Misiones sufrieron enormemente al suprimirse las protecciones arancelarias (instaladas por el gobierno de Perón en 1955). Se aplicaron diferentes medidas económicas de corte liberal. Consecuentemente, el PIB cayó un 1.2 por ciento y aumentaron los precios mayoristas y minoristas. La producción agrícola disminuyó considerablemente, al igual que el sector industrial que sufrió una crisis. Disminuyeron las reservas, y aumentó la importación de combustibles en un 300 por ciento, enfatizando la dependencia extranjera de insumos.[144][145] El ministro de economía Krieger Vasena fue reemplazado por José María Dagnino Pastore. En 1970 en medio de una crisis económico-social, el dictador Onganía y su ministro fueron reemplazados, asumiendo el poder el dictador Roberto M. Levingston.
Entre 1973 y principios de 1976 sucede la etapa conocida como tercer peronismo, donde se suceden Héctor José Cámpora, Juan Domingo Perón y, tras su muerte, María Estela Martínez de Perón. La primera medida económica fue un acuerdo de precios y salarios conocido como Pacto Social, que sirvió inicialmente para disminuir la inflación y mejorar los salarios reales.[146] Para 1974 la inflación había caído a 30.2 %, casi la mitad del 79.6 % que había en 1972, en tanto el desempleo pasó del 6.1 al 2.5 %.[147] El crecimiento del PIB pasó del 3.5 % en 1969/72 al 6.1 % en 1973, y al 6.4 % en 1974. Tras la muerte de Perón en julio de 1974 se produce un drástico giro en la política económica con el nombramiento de Celestino Rodrigo como ministro de Economía, que conduce a una crisis conocida como Rodrigazo.
Gobierno cívico-militar (1976-1983)
Las políticas económicas adoptadas desde el golpe de Estado cívico militar de 1976 por los gobiernos militares determinaron el declive de la actividad industrial,[cita requerida] una concentración progresiva de la riqueza e hicieron que la población perdiera el nivel de vida que había alcanzado a mediados del siglo XX.[cita requerida] La deuda externa nacional se elevó de 7875 MUSD a 45 087 MUSD desde finales de 1975 hasta 1983.[148] La relación entre la deuda externa y el PIB pasó a ser una de las más elevadas de América Latina donde los países ya cargaban con grandes deudas externas. Esto significó un serio obstáculo para las políticas de desarrollo. El Gobierno militar establece a Argentina como un país primario y financiero y no industrial. Las políticas que se aplicaron a partir de 1976 fueron la devaluación de la moneda, el congelamiento de los salarios y la liberalización de los precios.[149]
En 1978, el plan del ministro José Alfredo Martínez de Hoz mostró indicios de ser un fracaso en cuanto que la inflación anual llegó al 160 %, y el PIB descendió durante ese año cerca de un 3.2 %.[150] En 1979 la tasa de inflación llegó 139.7 % con una economía estancada. Además se generó una fuga del 25 % de los depósitos bancarios y los cuatro bancos más importantes del sistema fueron liquidados.[151] Durante su gestión, la deuda externa se multiplicó seis veces: desde siete mil millones de dólares a más de cuarenta mil millones de dólares.[152]
En el plano laboral, Martínez de Hoz decretó el congelamiento de salarios ―provocando una caída sin precedentes del nivel de vida de la población―, prohibió el derecho a huelga e intervino todos los sindicatos. El salario real, sobre una base 100 en 1970, había subido a 124 en 1975 (durante el Gobierno de Perón), pero en 1976, tras el golpe de Estado, en un solo año cayó a 79: fue el nivel más bajo desde los años treinta (según datos de la OIT, de 1988). Durante los dos primeros años de la dictadura cívico-militar, la participación del salario en el PIB se redujo del 43 al 25 %.[153]
Regreso de la democracia
Los años ochenta se consideran la «década perdida» para América Latina,[154] la Argentina creció a tasas magras.[154] En 1983, el país sostenía indicadores aceptables y según Orlando Ferreres, el desempleo rozaba el 4 %, menos del 10 % de la sociedad estaba bajo la línea de la pobreza y no existían indigentes. Sin embargo, el endeudamiento externo era un problema de importancia, con una deuda que había pasado de 7875 MUSD en 1975 a 45 087 MUSD en 1983,[155] a lo que se sumaba la crisis de la deuda latinoamericana que sucedía a nivel regional.
En 1985 se pone en marcha el Plan Austral, mediante el cual se creaba una nueva moneda y se congelaban los precios para disminuir la inflación. El Plan Austral funcionó bien al principio pero su efecto fue efímero.[156] Entre 1989 y 1990 se desató una hiperinflación del 5000 % anual que elevó la pobreza momentáneamente hasta un inédito nivel del 47.3 % de la población del aglomerado Gran Buenos Aires.[157][158] Esta situación llevó a Alfonsín a adelantar las elecciones y entregar con seis meses de anticipación el cargo a Carlos Menem.
Estadísticas
Crecimiento del PIB
Deuda total del país
Pobreza
Desempleo
Los años noventa: la apertura y privatizaciones
Las reformas económicas de los años noventa se basaron en la privatización de los servicios públicos y en la apertura de la economía. En 1991, el ministro de economía Domingo Cavallo recurrió a la paridad del peso con el dólar estadounidense (Ley de Convertibilidad) para hacer frente a la hiperinflación lo cual tuvo mucho éxito y también el país obtuvo un crecimiento notable.[163] El gasto público se duplicó en diez años, en especial a partir del año 1997 y el número de funcionarios públicos aumentó en un 40 % en ese mismo período.[164]
El PIB alcanzó los 330 000 MUSD en 1998, un incremento del 86.8 % respecto a 1990, lo que supone un 8.1 % anual de media.[165] El PIB per cápita nominal llegó a los 8300 USD ese mismo año, el más alto durante los años noventa en América Latina.[166][167]
Durante la vigencia de la Ley de Convertibilidad de Domingo Cavallo, debido al crecimiento exponencial de la deuda pública y privada, en especial a partir de 1997 cuando cambió un poco el rumbo de la economía posterior a la renuncia de Cavallo.[168] El gasto público pasó de 46 351 MUSD (en 1991) a 82 842 MUSD (en 2001), un aumento del 79 %, produciendo un constante y creciente déficit fiscal. A pesar de que el presidente Carlos Saúl Menem vendió la mayor parte de las empresas públicas, la deuda pública externa pasó de 60 000 MUSD a 105 000 MUSD.[169]
En 1995, debido a la globalización, el efecto tequila provocó una retracción del PIB argentino del 0.9 %[165][170] y un aumento inédito de la desocupación hasta el 16.4 % en mayo de 1995.[171] Durante los años noventa Argentina mantuvo una desocupación estructural promedio de 11.8 % y en octubre de 2001 había un 18.3 % de desempleados.[172]
Este modelo económico produjo concentración económica en los sectores financiero, de servicios y agroexportador. La pobreza medida en el aglomerado Gran Buenos Aires osciló entre el 33.7 % en 1990, el 16.1 % en 1994 y el 26.7 % en 1999.[157]
Como punto fuerte la nueva política económica determinó una apertura económica que preparó a la economía argentina para aprovechar la expansión de la economía global. La entrada de capitales extranjeros produjo una inversión elevada y eficiente que produjo un fuerte aumento de la productividad tanto en la agricultura como en las actividades de la industria manufacturera. Las inversiones en energía, transportes y comunicaciones removieron los cuellos de botella que hacia fines de los años 1980 habían restringido la producción y deteriorado los niveles de productividad. Estas inversiones en agricultura y en las industrias proveedoras de insumos y elaboradoras de sus productos permitieron la introducción de cambios tecnológicos que produjeron un importante aumento de los rendimientos y de la producción primaria y agroindustrial. Además, en las industrias pesada y manufactureras (incluida la industria automotriz) se realizaron durante esta gestión inversiones modernizadoras que crearon la capacidad productiva que permitió atender la fuerte expansión de la demanda externa e interna.[173]
Estadísticas
Crecimiento del PIB
Deuda total del país
Pobreza
Desempleo
Inicio del Siglo XXI: Crisis de la convertibilidad y estallido de 2001
Artículo principal: Crisis de diciembre de 2001 en Argentina
Los recurrentes problemas económicos llevaron en junio de 1998 al país a una recesión que se prolongó hasta 2002. El punto más álgido estalló a finales de 2001 y provocó el fin de la Ley de Convertibilidad monetaria con importantes secuelas de crisis económica, política y social. Una corrida bancaria desestabilizó al sistema financiero y produjo la restricción a la extracción de dinero en efectivo, medida conocida como corralito. A fines de ese año el país declaró el default de la deuda externa y aplicó una devaluación del peso. La crisis llegó a un punto insostenible el 29 de noviembre de 2001, cuando los grandes inversionistas comenzaron a retirar sus depósitos monetarios de los bancos y, en consecuencia, el sistema bancario colapsó por la fuga de capitales y la decisión del Fondo Monetario Internacional de negarse a refinanciar la deuda y conceder un rescate. El riesgo país se elevó constantemente.
En noviembre de 2001 Domingo Cavallo junto a su equipo económico integrado por Patricia Bullrich, ministra de Trabajo, anunciaron severos ajustes. Se aprobó el aumento generalizado del IVA, un recorte del 13 % en haberes previsionales que afectaron a 533 401 jubilados, recortes del 13 % sobre el salario de empleados estatales, y se emitió deuda por valor de tres mil millones.[174][175]
Estas medidas enfriaron el consumo y conllevaron a una mayor caída de los niveles de empleo. El déficit fiscal se disparó a cuatro mil millones de dólares.[176] El desempleo pasó de 14.7 % en el año 2000 a 23 % a comienzos de 2001, niveles que marcaron un récord histórico en el país, superior incluso a los de la crisis de 1930.[177] Días después Argentina entró en default.[178]
Durante este período recesivo el PIB sufrió una pérdida acumulada del 19.5 %, registrándose el mayor descenso en 2002 con una caída del 10.9 %. Una de las principales secuelas fue el aumento de la inequidad en la distribución de la riqueza en comparación con los demás países de América Latina. A nivel nacional la pobreza alcanzó al 57.5 % de la población, la indigencia al 27.5 % y la desocupación al 21.5 %,[179] todos niveles récord para el país.[180]
Estadísticas
Crecimiento del PIB
Deuda total del país
Pobreza
Desempleo
Período neokeynesiano: El gobierno de los Kirchner
Estadísticas
Crecimiento del PIB
Deuda total del país
Pobreza
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Crisis económica (2018-2020)
La indigencia subió ininterrumpidamente desde el primer semestre de 2018: 4.9 % (1S-2018), 6.7 % (2S-2018), 7.7 % (1S-2019), 8 % (2S-2019), 10.5 % (1S-2020), 10.5 % (2S-2020) hasta alcanzar el pico de 10.7 % en el primer semestre de 2021.[181]
Síntesis y análisis de datos 2009 a 2021
Desde 2017 a 2020, 7 738 724 argentinos pasaron a ser pobres.[182][183]Argentina llegó a una pobreza de 42.0 % en 2020. Este nivel de pobreza es el mismo que se vivió en Buenos Aires en octubre de 2002 (42.3 %) (CEPED)[161]
Los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares del Instituto Nacional de Estadística y Censo (Indec) indicaron que al cierre del último año, la pobreza alcanzó el 42 % para el promedio del segundo semestre, pero que el desagregado por trimestre, procesados por los expertos de la Universidad Católica Argentina (UCA), llegó a un nivel de 45.2 % en el período octubre-diciembre. En ese contexto, un informe del Instituto Estadístico de los Trabajadores (IET), dependiente de la Universidad Metropolitana de los Trabajadores (UMET) arrojó que a esa hay casi un 20 % de personas al borde de caer en esa situación.
El estudio detalló que tras experimentar un crecimiento sostenido a lo largo de todo 2018 y estabilizarse en torno al 56 % entre 2019 y comienzos de 2020, la irrupción de la pandemia de coronavirus conllevó a que la proporción de Población No Integrada Socialmente (PNIS), conformada por indigentes, pobres y personas al borde de caer en la pobreza, alcanzara durante el tercer trimestre de 2020 el 60 % tras el pico de 66.4 % del segundo trimestre del año pasado.
Reservas Internacionales
Deuda pública
Déficit fiscal sin parar
Desde 2009, Argentina ha pasado todos los años seguidos con déficit fiscal, cada año más grave que el anterior, llegando a −8.59 % en 2020.
En 2015, Argentina supera el récord de déficit fiscal de −5.36 % del año 2001, donde Argentina vivió la mayor crisis económica en su historia, y desde ese año, aun así, el déficit fiscal alcanzaría valores mayores sobre el nivel de 2001 sostenidamente hasta 2020, ya que en el año 2021, Argentina seguiría en un gran déficit fiscal, pero a un nivel menor al de 2001, con −4.33 % y −3.49 % en 2022.
El FMI proyecta que Argentina seguirá en déficit fiscal hasta 2027, proyectándose un déficit total de 12.26 % entre 2023-2027.
Argentina acumuló un déficit de 47.16 % entre 2009 y 2022:
Emisión exagerada de moneda
Desde mayo de 2003 hasta noviembre de 2022, la cantidad de liquidez en Argentina se multiplicó por 201.46 veces.
Hiperinflación
Una manera de determinar que una economía se encuentra en hiperinflación, es siguiendo la NIC N°29, que indica que se está en hiperinflación cuando la inflación acumulada en 3 años se acerca a 100 %
Aplicando esta norma, Argentina desde enero de 2017 se encuentra en hiperinflación, ya que dentro del periodo enero 2014 - enero 2017 la economía argentina acumuló un 97.65 % de inflación.
Sectores
Agricultura y ganadería
Argentina es uno de los mayores productores lácteos a nivel mundial, la producción láctea de la Argentina se concentra en las provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba, Entre Ríos, La Pampa que conforman dos grandes cuencas lecheras: la «cuenca de abasto», la cual produce mayoritariamente leche fresca para consumo, y la «cuenca de la industria» especializada en la elaboración de productos industriales tales como quesos y manteca. Hay más de 11 500 tambos con distintos sistemas de producción.[214] La producción lechera en el país pasó de los 6600 millones de litros en 1992 a los 10 330 millones de litros en 1999. Continuando un crecimiento sostenido del orden del 5.03 % anual durante la década 2003-2013 llegando a los 14 311 millones de litros en 2014.[215][216] en 2015 creció la producción lechera un 3 %.[217] En cambio, ya en el primer trimestre de 2016 el total producido cayó un 3 %, el primer trimestre de 2016. La combinación de fuerte devaluación y reducción de derechos de exportación a la soja y el maíz empeoró sensiblemente la ecuación de costos de los tamberos y su competitividad.[218] En 2016 se cerraron 460 tambos, la producción de leche en 2016 habría arrojado una caída del 11 % totalizando unos 10 100 millones de litros de leche.[219] Argentina se encuentra entre los cinco mayores exportadores mundiales de trigo, con veinte millones de toneladas de saldo exportable.[220]
Frutas y verduras
Petróleo
Energía
En 2017, Argentina fue el 18.º mayor productor mundial (y el mayor productor de América Latina) de gas natural (44 600 millones de m³ por año). En 2017, el país fue el 18.° mayor consumidor de gas (48 500 millones de m³ por año). Fue el 31º mayor exportador de gas del mundo en 2007: 2600 millones de m³ por año[255] En 2020, el país fue el 28.° productor de petróleo más grande del mundo, extrayendo 440 300 barriles por día.[256] En 2019, el país consumió 599 000 barriles por día (el 30.º consumidor más grande del mundo).[257][258]
En energías renovables, en 2020, Argentina fue el 27.° mayor productor de energía eólica del mundo, con 2.6 GW de potencia instalada, y el 42.° mayor productor de energía solar del mundo, con 0.7 GW de potencia instalada. En 2020 el país se ubicó en la posición 21 del mundo en términos de potencia instalada de energía hidroeléctrica (11 GW).[259]
Minería
Pesca
El mar Argentino está ubicado sobre una extensa plataforma submarina, muy rica en recursos pesqueros, que alcanza un ancho de 550 km a los 52° de latitud Sur y 1890 000 km². Sin embargo, la pesca ha sido una producción marginal y debido a la crisis poblacional de la merluza (principal producto pesquero argentino) provocada por la excesiva pesca durante los años 1990, la participación del sector en las exportaciones totales se ha reducido de un 3 % a un 2 %.[281] La industria pesquera junto con la pesca aumentó sus ventas al exterior en los últimos años, arrojando en 2012 un saldo positivo de casi 1500 MUSD, un 70 % más que en 2003.[282] Durante 2013 se exportaron 133 000 toneladas de calamares, generando ingresos por 1500 MUSD incrementándose un 92 % en comparación con la temporada 2012, en la que se registraron 69 000 toneladas exportadas, logrando un récord histórico. Ese año la exportación pesquera subió un 17 %.[283] para el año 2014 las exportaciones crecieron fuertemente hasta los 1600 MUSD.[284]
El país también exporta importantes cantidades de merluza y langostinos. Durante el año 2013 se enviaron al exterior 72 840 toneladas de merluza común por 177.9 MUSD; 44 000 toneladas de langostinos por 283.1 millones; entre otros recursos pesqueros.[285] En cuanto a los mariscos, se exportaron 3223 toneladas de vieira y 1215 toneladas de centolla.[286]
Silvicultura
Construcción
la industria de la construcción aporta el 6.7 % del PIB (2007) y ha sido la principal impulsora de la recuperación del empleo después de 2002, ocupando un 9.5 % del total de la fuerza de trabajo en 2007.[291][292] Según diversos analistas, la década entre 2003 y 2013 en el sector de la construcción y el desarrollo inmobiliario en la Argentina fue uno de los mejores períodos en los últimos cincuenta años. En el año 2002 la construcción contaba con setenta mil obreros registrados y creció hasta los 380 000 de 2013.[293]
Manufacturas
El Banco Mundial enumera los principales países productores cada año, basándose en el valor total de la producción. Según la lista de 2020, Argentina tiene la 31.ª industria más valiosa del mundo (53 094 MUSD), detrás de México, Brasil y Venezuela, pero por delante de Colombia, Perú y Chile.[294]
En 2019, Argentina fue el 31.er productor mundial de acero, el 28.° productor de vehículos, el 22.° productor mundial de cerveza, el 4.° productor mundial de aceite de soja y el 3.° productor mundial de aceite de girasol, entre otros productos industriales.[295][296][297][298]
La industria manufacturera argentina es el sector que más valor aporta al PIB, con un 23 % del total en 2005, aunque su participación se redujo de un 17.5 % en 2007 a un 15 % en 2019.[291] El sector industrial manufacturero también es uno de los sectores principales de generación de empleo (junto con el comercio y el sector público), con 13 % en 2007.[292] Hacia 2017 la actividad industrial representaba el 25.6 % del PIB y generaba 22.4 % del trabajo registrado, conformada por más de 115 000 establecimientos industriales que generaban 1.38 millones puestos de trabajo formales.[299]
En la industria argentina se distinguen dos grandes sectores, de tamaño similar, que aportan cada una, aproximadamente un tercio de las exportaciones totales:[300] la agroindustria, denominada manufactura de origen agropecuario (MOA) y la industria de origen no agrario, denominada manufactura de origen industrial (MOI)
Entre las industrias de manufacturas de origen agropecuario se destaca la industria aceitera, integrante de la cadena de la soja, la de mayor crecimiento en las últimas dos décadas, concentrando el 31.8 % del total del sector alimentos y el 20 % de las exportaciones totales del país. Luego le siguen la de la carne (11.1 %), la de la leche (7.7 %), la del café y chocolate (7.5 %), la del vino y otras bebidas alcohólicas (5.7 %), la del pan, pastas y galletas (4.5 %), la de la harina de trigo (4.5 %), la de la cerveza (4.1 %), etc.[301]
Las principales ramas de las industrias de origen no agropecuario, son la fabricación de automotores que aporta el 8.7 % de las exportaciones, química (5.6 %) y metalúrgica (5.3 %), maquinaria (3.4 %) y plásticos (2.6 %) (porcentajes correspondientes a 2006).[302] También son importantes las industrias del papel, de las piedras preciosas, caucho y textiles.
A partir de 2003 la industria ha tenido un proceso de revitalización competitiva, movido principalmente por la política económica de dólar alto. Aunque la actividad industrial está mayormente orientada a sustituir importaciones, la industria de los automotores aporta el 7 % de las exportaciones, mientras que el sector siderúrgico aporta el 3 % del total. Otros sectores industriales importantes son el textil y calzado, alimentario, químico, papelero, maderero y cementero. En el caso particular del sector industrial alimentario, en los últimos años se han desarrollado, en muchas provincias, economías de tipo agroindustrial, mediante la creación de industrias de procesado y envasado, sobre todo de productos frutícolas, hortícolas, lácteos,[303] vitivinícolas y cárnicos. La producción local de línea blanca creció fuertemente desde el 2003 a 2013, la producción de heladeras creció un 402 % y la de lavarropas y la de cocinas un 201 % cada una.[304][305]
Históricamente el país tuvo importantes sectores industriales como la industria naval relacionada con la Flota Mercante de Argentina,[306] que se redujo considerablemente a partir de los años noventa a raíz del proceso de privatizaciones[307] y que en la actualidad se ha recuperado.[307]
El Gran Buenos Aires es el área industrial más importante del país, donde se concentra la mayor parte de la actividad fabril de la Argentina. Otros centros industriales importantes se ubican en Córdoba, Rosario, Tucumán y Mendoza, San Luis, Santa Fe y Tierra del Fuego, muchos de ellos fomentados para descentralizar la industria. Entre 2009 y 2013, en Tierra del Fuego la producción de aires acondicionados creció de 0.57 a 1.5 millones; la de hornos microondas de 0.23 a 0.67 millones; la de televisores de 1.2 a 3 millones y la de celulares, de 0.4 a catorce millones.[308] En línea blanca, Argentina marcó récords de producción, con aproximadamente 1.1 millones de lavarropas, 1.1 millones de heladeras y frízeres, y 0.6 millones de cocinas.[309]
El período 2003-2012 se destaca por el avance de la producción de vehículos, de minerales no metálicos, de los insumos de la construcción, y de metalmecánica, la industria automotriz en la última década creció en promedio un 17 % anual. La producción metalmecánica tuvo un incremento del 7.5 % entre 2003 y 2012. En el caso del rubro textil, creció 3.8 % anual en los últimos años. Otros rubros que mejoraron en última década fueron la producción de papel y cartón, que pasó de un crecimiento anual promedio del %; la de caucho y plástico 5.2 %; y la de edición e impresión al 6 %.[310]
En lo que respecta al sector industrial, cabe señalar que durante el período comprendido entre los años 2003 y 2013, la Argentina ha experimentado una tendencia opuesta al resto de la región en relación con la participación del PIB Industrial sobre el PIB Total. Mientras que para el conjunto de América Latina y el Caribe y para Brasil, la participación del PIB industrial ha disminuido a lo largo del período, en la Argentina se ha incrementado.[311]
También hubo un fuerte crecimiento en la producción de electrodomésticos, se espera que en 2013 una producción de 1 056 000 lavarropas automáticos, y unos 380 000 semiautomáticos, lo que marca un nuevo récord histórico.[312]
La producción de automóviles se incrementó desde los 169 621 vehículos fabricados en 2003 al récord histórico de 828 771 unidades solo en 2011, lo que representó un crecimiento del 388 %, y que se ajusta al 350 % de incremento a lo largo de los últimos diez años. La industria automotriz es el segundo sector industrial más relevante en términos de IED (inversión extranjera directa). En el período 2008-2013 se registraron inversiones por 16 900 millones de pesos en empresas automotrices, orientados a la producción de nuevos modelos, ampliación de plantas, desarrollo de proveedores y capacitación.[313] El sector automotriz experimentó durante la década 2003-2013 un crecimiento exponencial de producción de casi el 400%.[314]
Desde el 2003 se duplicó el PIB industrial, al registrar un aumento del 105%, con una fuerte suba de la productividad laboral. Se logró además un crecimiento diversificado, en especial en sectores de alto valor agregado: el sector automotor creció en este período un 409%; el de minerales no metálicos un 177 %; la metalmecánica un 175%; el textil, 158%; el de caucho y plástico 102%.[315]
Desde el año 2003, hasta el 2013, se registró un crecimiento de las exportaciones industriales del 274 %; incrementándose la participación de los productos de mediana y alta tecnología en las exportaciones: en el 2003 la participación fue del 17.4 %, y en el 2013 alcanzó el 25.3 %.[316]
En 2015, Argentina se consolidó como el quinto exportador mundial de camiones. Las exportaciones de camiones aumentaron un 18 % por encima del mismo período de 2014, superando así a grandes productores mundiales como China, Brasil, Canadá y Rusia.[317]
Alta tecnología
En los últimos años se ha dado un importante desarrollo en la industria electrónica, electromecánica y luminotécnica, el 70 % de las empresas de este sector son exportadoras. Se espera que en 2013 exporte 700 MUSD, a más de sesenta países, entre ellos Alemania, Austria, Estados Unidos, India, Italia y Sudáfrica, entre otros.[318] Desde el año 2013 se producen chips en el país, con una capacidad de producción de 1150 millones de semiconductores al año. La inversión para realizar este tipo de producción en el país fue de 1200 MUSD.[319] A través de la sociedad del Estado INVAP, el país exporta sistemas de reactores nucleares y tecnología para el sector aeroespacial (especialmente mediante el diseño, construcción y operación de satélites).[320]
La industria del software produce 3700 MUSD y exporta por 900 millones, lo que posiciona a la Argentina como líder en Latinoamérica en esa industria. Entre 2003 y 2012, las políticas permitieron al sector del software constituirse en uno de los que más creció: las ventas se incrementaron un 313 %, las exportaciones un 414 % y el empleo 266 %. Cuenta con más de 4000 empresas, de las cuales solo el 2 % son extranjeras.[321]
Argentina ocupa el segundo puesto a nivel mundial en la clasificación de crecimiento de exportaciones de servicios informáticos, las exportaciones de ese rubro crecieron 40 % entre 2005 y 2011, Argentina se encuentra al tope de la clasificación de países con más rápido crecimiento en el sector de servicios tecnológicos. En 2011, el país exportó servicios informáticos por 1786 MUSD, por encima de Malasia (1770 MUSD) y Rusia (1666 MUSD).[322]
Argentina es el único país del continente americano ―junto con Estados Unidos― que produce y exporta satélites.[323] Además produce chips de alta tecnología[324] y es ―junto con Estados Unidos, Inglaterra, Francia y Rusia― uno de los productores mundiales de turbinas aeronáuticas, que exporta a México y a Estados Unidos.[325]
En el ámbito de la tecnología nuclear, a través del INVAP el país ha diseñado y exportado reactores nucleares para Australia, Perú, Argelia, Egipto y Emiratos Árabes Unidos.[326][327][328] INVAP es la única empresa en Latinoamérica reconocida por la NASA (de Estados Unidos) como apta para realizar sistemas satelitales completos, desde su diseño y construcción hasta su operación.[329] También es la primera y única empresa en Latinoamérica en desarrollar radares para el control del tránsito aéreo.[330]
Desde fines de la primera década del siglo XXI comenzó a florecer el sector tecnológico denominado economía del conocimiento, ya para 2022 totalizó 298.955 puestos de trabajo con tuvo una suba interanual de producción del 9.4 %.
Las exportaciones de los servicios basados en el conocimiento (SBC) sumaron en 2021 año pasado 6405 MUSD siendo el tercer sector que más divisas aportan al país, con una proyección de exportaciones por más de 7000 MUSD en 2022.[22]
Biotecnología
Desde 2003 la industria farmacéutica argentina incrementó la producción más del 273 % y las ventas al exterior crecieron 193 % sus principales mercados son Brasil, Colombia y Uruguay. Solo en 2012 las exportaciones de medicamentos hacia América Latina crecieron 53 %[331] Argentina hizo grandes avances en los últimos años en materia científica a partir de investigaciones llevadas adelante por el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), en convenios con empresas del país y extranjeras y con el apoyo económico del Estado.[332][333]
Alrededor de 178 empresas de biotecnología instaladas en el país ―el 90 % de ellas de capitales nacionales― exportan anualmente 300 MUSD en producción de semillas, medicamentos, fertilización humana asistida y reproducción animal, campos en los que Argentina tiene una tradición en el tema y es líder en la región.[334] Argentina posee el 19 % de las startups tecnológicas latinoamericanas, siendo el segundo país latinoamericano, tras Brasil, con mayor cantidad de empresas de alta tecnología, por delante de México y posee cuatro de las 9 mayores empresas de startup latinas Despegar.com, Globant, MercadoLibre y OLX.[335]
Turismo
Finanzas y mercado bursátil
Contexto internacional
Desde el punto de vista internacional, Argentina es uno de los países emergentes con mayor crecimiento en la última década.[368] Luego de la crisis de 2001, se mantiene destacada en Latinoamérica y se sitúa de nuevo entre las grandes promesas a nivel global. Según su tamaño, la economía de Argentina se sitúa como la tercera economía de América Latina. Fuera del ámbito continental, Argentina, Brasil y México son los únicos países de la región que forman parte del Grupo de los 20 (países industrializados y emergentes).
Argentina figura en el puesto 21.º de los países con mayor PIB, así como en el puesto 48.º en los países con mayor renta per cápita según el Banco Mundial. A nivel social, resultan sobresalientes los parámetros referidos su tasa de natalidad (2 niños por mujer) con una clara tendencia a la baja (lo que puede redundar en un estancamiento demográfico a corto plazo) y la penetración de Internet (79.4 % de la población)[369] es comparable con otros países industrializados del hemisferio norte. Además, según el Foro Económico Mundial, es actualmente el 37.º país con lo que respecta al Índice de Competitividad Global.[370] En la siguiente tabla se muestra el contexto socioeconómico de Argentina según datos del Banco Mundial, el Foro Económico Mundial y el CIA World Factbook. Según un estudio realizado por un grupo de investigadores de la Universidad de Belgrano, para mediados de 2017 Argentina se había convertido en uno de los países con mayor índice de pobreza de América Latina.[371]
Comercio exterior
Inversión extranjera
Entre 2003 y 2015, Argentina se transformó en una plataforma de inversiones y una puerta de entrada para otros mercados latinoamericanos, en especial en el sector automotriz.[415] Según el «índice de confianza en mercados» de la revista The Wall Street Journal, las empresas multinacionales europeas y estadounidenses consideran que Argentina, Nigeria, Venezuela y Vietnam se encuentran entre los países más atractivos para invertir.[416] Argentina es el quinto país latinoamericano con mayor recepción de IED (inversión extranjera directa), por detrás de México (12 659 millones) y por delante de Perú (12 240 millones).[417]
En 2012, los ingresos por IED (inversión extranjera directa) se incrementaron un 27 %, hasta totalizar 12 551 MUSD.[418][419] Los aportes de capital alcanzaron los 3708 MUSD, la medidas impulsadas por el Gobierno alentaron la reinversión de ganancias en el mercado interno, que alcanzaron en 2012 los 7984 MUSD, más del doble que en el año 2011.[420]
En junio de 2013 se invirtieron en el país 8691 MUSD, con lo cual en el primer semestre se acumularon 48 483 MUSD en inversiones.[421]
Para 2014 se estimó una llegada de inversiones extranjeras de cincuenta mil millones de dólares. Las principales inversiones correspondieron a:
- automotores (6883.8 MUSD),
- metales comunes (4796.1 MUSD),
- químicos (3545.6 MUSD),
- maquinaria y equipo (1398.7 MUSD),
- papel (528.2 MUSD),
- textiles (445.6 MUSD),
- minerales no metálicos (329.7 MUSD),
- tecnología (241.9 MUSD) y
- equipo de transporte (175 MUSD).[422]
La inversión bruta interna fija representó en 2008 el 23.1 % del PIB, 20.6 % en 2009[423] Creció fuertemente en 2010, 2011 y en 2012 alcanzó el nivel récord del 24.1 % del PIB,[424] finalizando ese año en 25.1 % del PIB.[425] continuando la tendencia creciente, 25.3 % en 2013 y 25.7 % en 2014.[426]
Acuerdos bilaterales promueven las inversiones estadounidenses, que se concentran en telecomunicaciones, petróleo y gas, energía eléctrica[cita requerida], servicios financieros, sustancias químicas, industria alimenticia, y en fabricación de vehículos. Las inversiones canadienses, europeas llegan en cantidades significativas. Desde 2000, también Brasil se convirtió en un país inversor en petróleo y alimentos. Empresas españolas invierten en petróleo y gas, telecomunicaciones, banca, y sectores de venta al público. España es el principal país inversor, seguido por Estados Unidos, Países Bajos, Brasil y Chile (BCRA, 2013). En 2015, durante el último año de Gobierno de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, la inversión extranjera en Argentina se incrementó de manera sustancial (un 130 % más que el año inmediatamente anterior).[425][427] En el primer semestre de 2016 hubo un vuelco en el panorama socioeconómico argentino, que provocó que los bancos estadounidenses de inversiones recomendaron no invertir en el país.[428] Durante 2016 la inversión extranjera cayó un 50 %, ese año ingresó a Argentina la mitad de inversión extranjera que en 2015 debido a los cambios en la política cambiaria que posibilitaron la salida de dólares. En este sentido hubo ingresos por seis mil millones de dólares en Argentina en 2016, la mitad de lo recepcionado en 2015 y solo un 10 % de lo que le correspondió en 2016 por Brasil, según los datos del informe de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo.[429] La recesión económica, los bajos precios de los materias primas y el aumento de la inestabilidad monetaria fueron los principales factores macroeconómicos que impactaron negativamente.[430]
- Nota: Información acorde a la sexta edición del Manual de Balanza de Pagos y Posición de Inversión Internacional del Fondo Monetario Internacional (FMI, 2009)
- Fuente: CEPAL - Comisión Económica para América Latina y el Caribe.[431]
Inversión argentina al exterior
Las grandes empresas argentinas realizan fuertes inversiones hacia el exterior mediante sus empresas multinacionales latinas. El modelo de negocios argentino tiene gran presencia en el continente, más ciento cuarenta marcas argentinas exportan sus conceptos de negocios al exterior, conocidos como franquicias.[432] En 2008, diecinueve empresas multinacionales argentinas contaban con alrededor de 19 000 MUSD en activos externos, las ventas en el exterior correspondientes a las multinacionales argentinas alcanzaron los 21 000 MUSD, empleando a 42 400 personas en el exterior.[433] Las empresas multinacionales argentinas se han beneficiado de varios años de crecimiento económico en el mercado nacional y en los principales mercados extranjeros donde operan. Un elemento particular de estas empresas ha sido el carácter altamente competitivo que han demostrado, además de las cuantiosas inversiones en los países destino, lo que se ha visto acompañado, además, por una importante contribución a la generación de empleo local. Cuatro años después, las veintitrés principales compañías transnacionales argentinas tienen 21 000 MUSD en activos en el exterior, cuentan con 278 filiales en sesenta y dos países y emplean a más de 41 000 personas en el extranjero.[434]
En 2005, Techint ―el conglomerado industrial más grande de Argentina― compró la mayor siderúrgica de México, Hylsamex, por 2110 MUSD.[435] En 2009 compró SPIJ, una planta siderúrgica en Indonesia.[436] y en 2011 adquirió el 27.7 % del capital de Usiminas (Usinas Siderúrgicas de Minas Gerais, una de las más importantes de Brasil) por 2660 MUSD,[437] y la siderúrgica brasileña Confab por 2660 MUSD.[438]
El grupo argentino Arcor cuenta con cuarenta plantas industriales en América Latina y facturó en 2012 más de 3300 MUSD en el exterior.[439] El grupo argentino Impsa, controla un 20 % del mercado de energía eólica en Brasil, además posee una fábrica de equipos de generación eólica en Pernambuco, invirtiendo doscientos cincuenta millones de dólares. En 2013, el Grupo Pescarmona cerró un contrato para suministro de turbinas y generadores para la central hidroeléctrica de Belo Monte (Alagoas) por 479 MUSD. Ferrovías (del grupo argentino Emepa) ganó la licitación para la operación y el mantenimiento del primer tren urbano de Lima (Perú), por 290 MUSD.[440]
La empresa argentina Corporación América, que posee 45 aeropuertos en todo mundo, invierte en la construcción del Aeropuerto de Natal (que, cuando esté terminado, será el más grande de Latinoamérica).[441] La petrolera argentina Pluspetrol posee inversiones por 160 MUSD en el sector de hidrocarburos en Bolivia.[442] Durante 2014, el gigante argentino Adecoagro, propietario de empresas lácteas, semilleras y arroceras, invirtió 250 MUSD para construir una planta en Mato Grosso do Sul (Brasil).[443]
Argentina y el G-20
Argentina es miembro activo del Grupo de los 20, que reúne a los países industrializados y a los emergentes con economías más grandes. En 2009, junto a Brasil, logró que en la declaración de la Cumbre de Londres no se incluyera una propuesta sobre flexibilidad laboral,[444] e impulsó la incorporación de la OIT al grupo como miembro participante.[445]
En el marco de la Cumbre del G-20 de Toronto y la Cumbre del G-20 de Seúl de 2010, y en relación con la crisis que atraviesaban Europa y Estados Unidos, el país, en línea las posturas del bloque BRICS, propuso promover una mayor regulación de los mercados financieros con el objetivo de que la nueva fase de crecimiento no presentase la misma fragilidad e inestabilidad que la etapa previa. También propuso acompañar y alentar las medidas anticíclicas de impulso a la demanda agregada.[446]
También forma parte del Mercado Común del Sur (Mercosur), un bloque subregional integrado por Argentina, Brasil, Paraguay Uruguay y Venezuela. Que tiene como países asociados a Bolivia, Chile, Colombia, Ecuador, Guayana, Perú y Surinam[447][448][449][450]
El Mercosur se constituye como el área económica y plataforma industrial, más dinámica, competitiva y desarrollada, no solo de Latinoamérica, sino de todo el Hemisferio Sur. Está considerado como el cuarto bloque económico del mundo, en importancia y volumen de negocios. El Mercosur tiene un PIB de 3.64 billones USD, lo que representa el 82.3 % del PIB total de Sudamérica. Cubre un territorio de casi trece millones de kilómetros cuadrados y cuenta con más de 275 millones de habitantes. Siete de cada diez sudamericanos son ciudadanos del bloque.[451][452]
Indicadores macroeconómicos
- Los valores para los períodos 2019 y 2020 son estimaciones del FMI.
- Los valores se presentan con truncamiento a dos decimales.
Otras estadísticas
La matriz energética argentina, estructurada sobre la base de la producción y el consumo de energía eléctrica, petróleo y gas natural, alcanzaba los siguientes valores:[454]
- Electricidad:
- Producción: 131 900 millones de kWh (est. 2016)
- Consumo: 121 000 millones de kWh (est. 2016)
- Exportaciones: 55 millones de kWh (est. 2015)
- Importaciones: 9851 millones de kWh (est. 2016)
- Petróleo crudo:
- Producción: 489 000 barriles/día (est. 2018)
- Exportaciones: 36 630 barriles/día (est. 2015)
- Importaciones: 16 740 barriles/día (est. 2015)
- Reservas comprobadas: 2162 millones de barriles (est. 1 de enero de 2018)
- Gas natural:
- Producción: 40 920 millones de m³ (est. 2017)
- Consumo: 49 040 millones de m³ (est. 2017)
- Exportaciones: 76 450 millones de m³ (est. 2017)
- Importaciones: 9826 millones de m³ (est. 2017)
- Reservas comprobadas: 336 600 millones de m³ (est. 1 de enero de 2018)
Informalidad laboral
Total
Informalidad Laboral en los Hombres
Informalidad Laboral en las Mujeres
Véase también
- Anexo:Compañías en Argentina.
- Banco Central de la República Argentina.
- Bolsa de Comercio de Buenos Aires.
- Bolsa de Comercio de Rosario.
- Historia de la economía de la Argentina.
- Anexo:Evolución del Índice de Precios al Consumidor en Argentina.
- Ministerio de Economía y Finanzas Públicas.
- Ministerio de Industria.
- Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca.
Bibliografía
- Bulmer-Thomas, Victor: The Economic History of Latin America since Independence. Nueva York: Cambridge University Press, 2003.
- CIA World Factbook.
- Joost Teunissen, Jan; y Age Akkerman (editores): The crisis that was not prevented: lessons for Argentina, the IMF, and globalisation. Archivado el 27 de mayo de 2006 en Wayback Machine. (libro, en pdf). Fondad, 2003.
- Palast, Greg: «Who shot Argentina? The finger prints on the smoking gun read IMF» (‘¿quién mató a tiros a la Argentina? Las huellas digitales en la pistola humeante dicen FMI’). Londres: The Guardian, 2001.
- Rapoport, Mario (2005): Historia económica, política y social de la Argentina (1880-2003). Buenos Aires: Ariel, 2005. ISBN 950-9122-95-5.
Referencias
Enlaces externos
- Ministerio de Economía de la República Argentina
- Banco Central de la República Argentina
- Instituto Nacional de Estadística y Censos (INDEC) de la República Argentina

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